Fiesta de Corpus Christi en la catedral de Puebla

Este jueves 16 de junio, con una misa solemne presidida por Mons. Tomás López Durán, Obispo Auxiliar de

Puebla, la Iglesia conmemora la Solemnidad de Corpus Christi, en la que se proclama la presencia real de
Jesucristo en la Eucaristía y le rinde públicamente el culto de adoración; en otras palabras, la Iglesia cree
firmemente que, en el pan y en el vino, consagrados en cada misa, está verdaderamente presente Nuestro
Señor Jesucristo. Esta fiesta se celebra el jueves posterior a la fiesta de la Santísima Trinidad.


Origen de la festividad


A partir de la visión de Juliana de Mont-Cornillon, monja agustina de Bélgica en 1208, la diócesis de Lieja estableció en 1246, a través de un decreto sinodal, que esta nueva solemnidad del Cuerpo de Cristo, se celebrara el jueves siguiente a la fiesta de la Santísima Trinidad, y que entrara en el calendario litúrgico, por lo que en el año de 1247 se pudo celebrar por primera vez.


Esta fiesta se hizo universal a través del milagro de la Hostia ensangrentada de 1264: Un sacerdote que iba
de peregrino hacia Roma se detuvo en la ciudad italiana de Bolsena. Era piadoso, pero dudaba de la
presencia real de Cristo en la Hostia consagrada. Por lo que, al estar celebrando la misa, en el momento de
la consagración, al elevar la Hostia sobre el altar, ésta empezó a sangrar, manchando el mantel y el corporal.


Confundido el sacerdote, fue a Orvieto donde se encontraba el papa Urbano IV, (quien conocía de las
visiones de la monja de Bélgica y había promovido la festividad en Lieja), y le contó lo sucedido. Después
de una investigación, se trasladó en una gran procesión encabezada por el Papa, la Hostia y el corporal
ensangrentado a la catedral de Santa Cristina en Orvieto, donde se encuentra hasta ahora.


El 11 de agosto de 1264, el Papa publicó la Bula “Transiturus de hoc mundo”, mediante la cual, instauraba
la fiesta del Corpus Cristi para toda la Iglesia, misma que se fue extendiendo con mucho éxito por todo el
occidente.


Las mulitas
La tradición de las mulitas en este día, data del año 1526, después de rendir culto al Santísimo Sacramento
en la Catedral de México, los campesinos traían en sus mulas algunos frutos de sus cosechas para
ofrecérselas a Dios como señal de agradecimiento. Cuentan que un hombre, llamado Ignacio, tenía dudas
acerca de su vocación sacerdotal y un jueves de Corpus le pidió a Jesucristo que le enviara una señal.

Al Pasar el Santísimo Sacramento frente a Ignacio en la procesión, Ignacio pensó: «Si ahí estuviera presente Dios, hasta las mulas se arrodillarían» y, en ese mismo instante, la mula del hombre se arrodilló. Ignacio interpretó esto como señal y entregó su vida a Dios en el sacerdocio y se dedicó para siempre a transmitir a los demás las riquezas de la Eucaristía. Así fue como surgieron las mulitas elaboradas con hojas de plátano secas con pequeños guacales de dulces de coco o de frutas, de diversos tamaños.


Ponerse una mulita en la solapa o comprar una mulita para adornar la casa, significa que, al igual que la
mula de Ignacio, nos arrodillamos ante la Eucaristía, reconociendo en ella la presencia de Dios.

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